Enhorabona a aquesta empresa alaquasera que ha fet feina per tot el món: Andreu World tot i no fer-ho en valencià...
30 juny 2007
El arte de sentarse
La firma valenciana Andreu World cumple 50 años y rinde homenaje en un libro a la silla y a los diseñadores que les han ayudado a crear estilo
Todos pasamos el día sentados en sillas, asientos o taburetes para trabajar, comer, leer, ver la televisión o hacer gimnasia pasiva. Algunos se sientan en un escaño para hacer llegar la voz del pueblo y los menos, ocupan un trono real. El caso es que las sillas –pese a que forman parte de lo cotidiano– se han convertido en todo un símbolo de diseño y elegancia, algo que desde hace medio siglo tienen muy claro en Andreu World, empresa valenciana especialista en crear sillas y mesas con personalidad y que este año cumple su cincuenta aniversario.
Los responsables de esta firma, que crearon su primera fábrica en Alaquàs –donde siguen– y que se han expandido por Chiva y Navarra –donde buscaron un bosque de hayas y crearon una serrería y otra fábrica–, saben muy bien que la conocida fórmula de I+ I + D (Innovación, Investigación y Desarrollo) pasa por encaminar el arte de la ebanistería por la senda de la cultura del diseño y por la cultura industrial. Ahora, con motivo de sus bodas de oro han editado un libro, 50 años de diseño y una historia que contar donde rinden homenaje a ese artilugio llamado silla, que además de ofrecernos confortabilidad, es toda una obra de arte que ha sabido evolucionar según los gustos, usos y necesidades.
Aunque Andreu World comenzó su andadura en la década de 1950, no fue hasta 1972 cuando “el diseño hizo su entrada en la empresa o la empresa en el mundo del diseño”, según indican. Desde entonces, una gran lista de diseñadores han trabajado codo con codo con esta firma para seguir buscando la silla perfecta.
Sillas con nombre propio
Entre los creadores que han dejado su firma en el diseño de sillas Andreu World figuran valencianos como Ximo Roca, Vicente Soto, Ángel Martí, Pedro Miralles, Juan Montesa, Francis Montesinos, Javier Mariscal, Antonio Solaz. También a nivel nacional, han fichado a profesionales como Carlos Tístar, Josep Lluscà, Gabriel Teixidó, Pete Sans, Esteve Agulló y Mariano Pi (Quod), Josep Mora, Gemma Bernal y Ramón Isern, Manel Molina, Margarita Viarnés y Jaime Bouzaglo.A nivel internacional, la creatividad de expertos como Nancy Robbins (EE. UU.), Jorge Pensi (Buenos Aires), King-Miranda (Reino Unido y Sevilla), William Sawaya (Beirut), Mario Bellini (Milán), Alberto Lievore (Buenos Aires) y Jeanette Atherr (Heidelberg) han servido para dar una visión cosmopolita.
En Andreu World tienen claro que las sillas retratan cada época y que nos cuentan aspectos curiosos de la forma de ver la vida. Así, si nos remontamos a los modelos egipcios que se conservan en el Louvre de París, la ornamentación de estas sillas tenían patas que reproducían las garras de león y la pintura azul aparece como detalle clave.
En otro marco geográfico como la Italia del Renacimiento (XV) el sillón Savonarola destacó por emplear unas ramas curvadas y entrecruzadas que tienen como respaldo un travesaño donde aparece esculpido el escudo de armas del propietario.
Otro momento clave que elogian en este libro sobre sillas es el siglo XVI, con los sillones fraileros de cuero, tensados y fijados con claves de cobre. En el siglo XVII, “en que el confort se instaló en los palacios y las casas más pudientes de la mano del tapicero, las sillas eran rígidas e incómodas”, según se relata en el libro de Andreu World publicado por RBA. De la mano de Luis XIV, la tapicería y los respaldos cimbrados se adueñaron de los salones. El XVII holandés popularizó los respaldos de rejilla en butacas cada vez más ornamentadas. En Inglaterra, a la madera de caoba incorporan en los respaldos formas ovaladas del violín.
Para todos los gustos Con un salto importante, en el XIX la industrialización sustrajo a la silla del ámbito artesanal y la condujo al mundo de la industria y al del diseño. Resulta llamativa la democratización que se produjo, puesto que las sillas por fin llegaban a todos, con variedad de modelos y según la ocasión: para sentirse cómodos, para comer, para trabajar atento...
En el pasado siglo el arte de las sillas también interesa al sector profesional de los arquitectos, que rubricaron butacas como las del Art Nouveau. En esa época, según relatan en Andreu World, se pasó de las “sillas para todos, a las sillas como símbolos”, con sillas calmantes o estimulantes o butacas cómodas o meramente caprichosas.
La década de los 50 ha pasado a la historia del diseño por la calidad de sus asientos y en los 60 fueron los años de la cultura pop. No sólo se probaron formas y colores, también se ensayó con materiales, como las sillas de cartón de Peter Raacke, en Italia con versiones en gomaespuma y se popularizaron las sillas multifuncionales, ya que se dijo adiós a las sillas de cocina, de comedor o estudio.
Los 80 y primeros 90 fueron un tiempo de revisión postmoderna, de ostentación tecnológica y de experimentación formal. Se experimentan con materiales, objetos y algunos apuestan por el reciclaje, un caso concreto es un carrito de la compra (abierta como una lata) y transformada en silla. Son momentos estelares con la producción de sillas en materiales económicos y resistentes o, por ejemplo, la tan proclamada silla ergonómica. El mejor asiento será el más flexible, el que permita el movimiento y los cambios de postura.
Al final de los 90 se fija más la atención en la invención y comunicación que en la funcionalidad. Mirando al futuro, hay corrientes que apuntan que el plástico será el material del mañana. Ross Lovegrove sostiene que el siglo XX fue el de la madera y el acero y el XXI será el del plástico.
Desde luego, hay sillas para todos los gustos y, de hecho, cada año son muchos los diseñadores o empresarios que piensan que con otra silla pueden decir algo nuevo. En realidad, muchas veces lo consiguen. La silla es un símbolo y un arte y tiende un puente entre el individuo y su casa.