30 de maig de 2007
Los barones comarcales del PSPV que apoyan a Alarte preparan el recambio de Pla
El líder de los socialistas valencianos podría oír el sábado las primeras peticiones de dimisión
M. GORDILLO/ VALENCIA
Transcurridas 48 horas de la desastrosa noche electoral para el PSPV, los socialistas valencianos comienzan a superar la fase de catarsis. La decisión del secretario general del partido, Ignasi Pla, de no dimitir, siguiendo así las directrices de la ejecutiva nacional, fue asumida en un primer momento sin rechistar. Pero, como se preveía, las reacciones no se han hecho esperar.
Y es que Pla no sólo se queda hasta las elecciones generales (tras las cuales hay un congreso del PSPV en el que ya se decidirá si hay cambios), sino que tampoco ha explicado todavía si piensa o no presentarse a las próximas elecciones, aunque eso es algo que ya avanzó hace tiempo, que no sería candidato una tercera vez. Su homólogo en la Comunidad de Madrid, Rafael Simancas, que tampoco ha dimitido por no poner en juego los comicios de marzo de 2008, sí que ha anunciado ya que no repetirá.
Los más críticos (que no infieles) con el líder del PSPV ya empiezan a apuntar la necesidad de que “alguien” dé un golpe de efecto. Consideran que, sin poner en peligro la estrategia nacional del partido, debería haber ya un “candidatable”. Y, es más, le ponen nombre y apellido. Jorge Alarte, alcalde de Alaquàs, vuelve a sonar con fuerza, a su pesar.
El primer edil ha tenido siempre el apoyo de varias comarcas (tradicionalmente fuertes para el PSPV, ahora ya no tanto) de la provincia de Valencia: l’Horta Sud, l’Horta Nord, Camp de Túria y la propia capital. Estas cuatro direcciones (y dos más, de hecho) incluyeron a Alarte en su propuesta de lista autonómica para estas elecciones, aunque la iniciativa no tuvo luego su reflejo en la candidatura final.
Tomar el pulso al partido
Por eso, si en los próximos días el alcalde de Alaquàs pidiera la palabra (que algunos piensan que lo hará, o que debería hacerlo), tendría un amplio respaldo para ello. Las comarcas mencionadas mantienen contactos y reuniones habituales, que en los últimos días han tenido contenidos más intensos.
Alarte siempre se ha mostrado cauteloso respecto a este asunto, aunque nunca ha hecho ascos a la posibilidad de tomar las riendas del PSPV. El caso es que esta semana tendrá la oportunidad de saltar a la palestra si quiere, y algunos piensan que no debería desaprovecharla.
Mañana se reúne el Consejo Territorial (los secretarios generales comarcales) y, el sábado, el Comité Nacional, formado por más de 200 miembros (entre ellos, la Ejecutiva y también representantes de las comarcas). En estos encuentros se tomará el pulso a la formación, sobre si es necesario hacer cambios de inmediato.
Por el contrario, hay quien piensa que no, que Alarte no debería mostrar sus cartas tan pronto. En cualquier caso, lo que sí que parece una opinión compartida es que la renovación tendrá que esperar. Enfrascarse en un congreso extraordinario pondría en peligro la remota posibilidad de que el partido levante un poco la cabeza en las elecciones generales.
Hasta que no se constituyan los Ayuntamientos, las Diputaciones y Les Corts, no se puede convocar un congreso con garantías, dicen voces experimentadas. Así, se llega a agosto y la campaña electoral para las nacionales estará a punto de empezar (el PP ya se ha puesto en marcha). Más aún si hay un adelanto de los comicios. Y una gestora en el PSPV no sería bienvenida. Los socialistas valencianos tienen malas experiencias con las gestoras, y parecen estar ya acostumbrados a este tipo de crisis.
Por otro lado, todo es hablar de Alarte y, antes de la segunda derrota electoral de Pla, también se había nombrado en varias ocasiones a Jordi Sevilla o a Leire Pajín como posibles sustitutos. Sin embargo en el PSPV, incluso los que ya le buscan el recambio a su secretario general, no quieren ni oír hablar del ministro de Administraciones Públicas o de la secretaria de Estado de Cooperación Internacional. La llegada de alguno de los dos sería vista como una imposición que los socialistas valencianos no aceptarían.